MIS VACACIONES EN EL CABO DE GATA

Este año las vacaciones han sido distintas, he estado a punto de quedarme en casa, la verdad es que cuando nos planteamos las vacaciones descarte subirme a un avión, me daba mucha pereza y después de los meses anteriores lo que quería era descansar y poco más.

Después de darle mil vueltas con amenazas por mi parte diciendo que me quedaría en casa en el sofa leyendo, oye que tampoco es mala opción pues nos decidimos ir al sud.

Siempre es buena opción buen tiempo, relax, playa... y buena mesa y el lugar elegido fue el Cabo de Gata.

La verdad es que hacía días que mucha gente de mi alrededor nos preguntaba donde iríamos este año, y cuando decíamos que seguíamos sin planes no se lo podían creer, igual que no me podía yo creer el interés por mis vacaciones.

Nico se encargó de buscar el alojamiento, la verdad es que no me lo podía creer, supongo que mis amenazas sobre quedarme en casa habían surgido efecto.

El hotel lo reservó en un pequeño pueblo costero, en San José. Llegó el día, salimos de casa a las dos de la madrugada, teníamos casi siete horas de camino y no queríamos encontrar ni colas ni tampoco calor, y fue una gran idea, cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos llegado.

Dejamos la maleta en el hotel, nos fuimos a comer, luego hicimos una pequeña siesta y por la tarde nos fuimos a descubrir los pueblos de alrededor.

Nos acercamos a Las negras, un pueblo totalmente costero, con una pequeña playa y muy tranquilo, la verdad es que sorprendió que a pesar de ser agosto no estaba muy abarrotado de gente, aunque algunos puedan pensar que si, yo vengo de la Costa Brava donde el turismo esta masificado por lo que aquí me sentí muy bien.

Después de pasear nos acercamos a Agua Amarga, allí nos sentamos en una terraza y nos tomamos un tinto de verano con unas vistas espectaculares.

Ya era hora de volver y buscar un lugar donde cenar (os haré un post de restaurantes y similares) y para ser el primer dia ya habíamos tenido bastante  y nos fuimos a dormir.

El martes nos levantamos pronto y desayunamos, después decidimos ir a la Playa del Monsul,

sino vas pronto no encuentras sitio donde aparcar, me sorprendió que a parte de tener aforo limitado no se pagase el aparcamiento, en mi tierra se paga hasta para respirar, no queráis saber lo que llevo gastado en parking este verano.

Por la mañana estuvimos en esta playa y por la tarde fuimos a la Playa de los Genoveses, también tiene el aparcamiento limitado pero tuvimos suerte.

El miércoles por la mañana fuimos a la playa de las Negras,

la verdad es un lugar en el que se esta genial allí comimos en un chiringuito y por la tarde nos fuimos a visitar Rodalquilar, un pueblo blanco y la Isleta del Moro, dos sitios imprescindibles que no os podéis perder si vais por la zona.

Una de las cosas que más me sorprendió y de lo que nadie habla en los post de la zona es el mar de plástico, yo creo que era la primera vez que lo veía en directo, la verdad es que es algo con lo que se te queda grabado en la retina y no puedes evitar pensar en ello, quilómetros y quilómetros de invernaderos en medio de la nada con ese calor, la verdad es que si que lo había visto pero nunca tan de cerca.

El jueves fuimos a pasar el dia a Almeria, amenazaba lluvia o eso nos pensábamos porque de repente salió el sol y casi nos fundimos, lo bueno es que era la feria y nos lo pasamos genial, tapeamos, paseamos y descubrimos una ciudad a pesar del calor que casi acaba con nosotros.

El viernes fuimos a la playa de San Jose,

tengo que deciros que no estaba nada mal, a pesar del levante que nos acompañó, pero solamente estuvimos hasta medio dia, comimos un bocadillo, nos cambiamos y nos fuimos a Granada a última hora de la tarde teníamos hora para visitar la Alhambra, Habíamos estado de noche y esta vez la queríamos ver de dia, y la verdad es que fue un acierto, tube la suerte de encontrar entradas in extremis después de mucho buscar, primero encontre entradas a un precio desorbitado, pero luego encontré a un precio medio normal y me decidí a comprarlas.

Luego de perdernos y ver la Alhambra y todo su encanto, vale la pena hacer los quilometros, nunca me cansaré de visitarla. Nos fuimos al centro a cenar, si Granada tiene su encanta, sus calles, sus barrios perderse por ellas y entrar en los distintos bares y degustar sus tapas, son los reyes, puedo decir que saben como vender el producto y que lo hacen muy bien, como me gusta esta ciudad y su gente.

Los días pasaron volando, el último dia aprovechamos para perdernos en un pueblo con playa y por la noche fuimos a cenar a uno de los mejores restaurantes de la zona, al dia siguiente teníamos muchas horas de vuelta y una parada que nos hacía mucha ilusión
Quizás no hemos ido muy lejos, a penas 600 quilometros, mi cuerpo y mi mente me pedía relax y desconexión pero nos ha venido muy bien para estar tranquilos y poder descansar, os aseguro que la zona vale la pena y, que vamos a volver.